lunes, julio 28, 2008

… ES UN PATO


Columna de Opinión
Por Cecilia López Montaño
Senadora Partido Liberal
Miembro de la comisión Segunda

La captura del presidente del partido de la U, el más cercano al señor Presidente de la República, por vínculos con el paramilitarismo, plantea de nuevo la pregunta de qué más se necesita para que por lo menos algunas cabezas del Gobierno se asocien con la parapolítica. La mayoría de los jefes de los partidos que conforman la coalición uribista están en una situación similar o igual a la de Carlos García: Dieb Maloof, ex presidente de Colombia Viva; Álvaro Araujo, ex jefe de Alas Equipo Colombia; Mario Uribe, ex presidente de Colombia Democrática, y Luis Alberto Gil, creador de Convergencia Ciudadana, está siendo investigado por las mismas razones pero no está detenido. Pocos de los directivos de esos partidos uribistas se han salvado de quedar en esta categoría.

Es cierto que la situación del Congreso es muy seria: tres ex presidentes del Senado están detenidos, Luis Humberto Gómez Gallo, Mario Uribe, Carlos García, y dos ex presidentas están siendo investigadas, Dilian Francisca Toro y Nancy Patricia Gutiérrez. Pero lo que pocos dicen es que la mayoría de estos ex presidentes en problemas graves por supuestos vínculos con el paramilitarismo ejercieron durante los seis años del período presidencial actual y fueron claramente los que dirigieron las bancadas de gobierno durante gran parte de esta administración. En cualquier país del mundo situaciones como las descritas tendrían al gobierno en grandes apuros y respondiendo políticamente por haberse apoyado no solo en las elecciones, sino en sus decisiones, en personas acusadas por relacionarse con grupos al margen de la ley. ¿Por qué en Colombia situaciones de esta gravedad no tocan al señor presidente y no causan, al menos, malestar entre la población? La popularidad del señor Presidente Uribe ni se mosquea, como dirían en la Costa, frente a los hechos descritos. ¿O lo que sucede, como afirman muchos uribistas, es que los “malos” se aprovecharon de la popularidad del primer mandatario? Pero cabe la reflexión que ante tantas detenciones e inclusive condenas ¿por qué no han sido expulsados de la coalición de Gobierno? ”Mientras no estén en la cárcel voten los proyectos del gobierno”, dijo en frase desafortunada, que hoy adquiere vigencia, el señor Presidente Uribe.

Es muy interesante leer en los medios que todo el peso de la crisis de la parapolítica recae en el Congreso. A raíz de la captura del senador Carlos García es imposible no sorprenderse de que las consecuencias se consideran graves únicamente para el Congreso y, de nuevo, no tocan al Gobierno. Es el Congreso el que verá afectada su institucionalidad y es el ánimo de los congresistas el que se vendrá abajo y sobre todo su credibilidad, afirma la prensa. A menos que el efecto teflón del que viene disfrutando el Gobierno congele también los sentimientos, es difícil creer que los funcionarios públicos y en particular el señor Presidente, no hayan sentido que se les movió el andamio. Con todo respeto, los analistas serios del Gobierno --que sin duda existen y no los obsecuentes-- deben estar seriamente preocupados frente a la dimensión de la parapolítica en las huestes uribistas. Claro que los otros partidos entre ellos el Liberal, no están exentos de estas dificultades, pero jamás en las dimensiones que ha alcanzado este serio problema en la coalición de gobierno.

Como ya se ha mencionado, hay demasiado ruido paramilitar alrededor de la administración. Muchos no solo están investigados sino en la cárcel a la espera de un fallo. Y no por cualquier delito sino por relaciones con los paramilitares, vinculados a terribles masacres, a despojo de millones de hectáreas arrebatadas a campesinos a sangre y fuego y nada menos que al narcotráfico. ¿No es ésta la razón por la cual el Gobierno extraditó a la mayoría de estos jefes paras?

Difícil entender que el teflón se mantenga ante tantos indicios de vínculos de sus aliados con el peor escándalo de la política colombiana. Difícil entender por qué tanto silencio del Gobierno. Por ello, para muchos, en este caso se aplica el adagio popular: si camina como pato, tiene pico de pato y grazna como pato, es un pato.

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Teresita