jueves, abril 17, 2008

Bancada Caribe: la hora de las urgencias

Columna de Opinión

POR ARTURO CHAR
Senador de la República
Miembro Comisión V del Senado


Como efecto de los últimos procesos judiciales contra algunos congresistas por vínculos con grupos armados ilegales, la región Caribe perdió buena parte de su representación en el Senado de la Republica. Aunque es posible que el sistema de reemplazos establecido por la reforma política de 2003 permita el ingreso a la corporación de otros candidatos de la región, es claro que el número inicialmente elegido ha sido fatalmente reducido.

Tan grave situación, advertida ya por medios regionales y nacionales, hace necesaria una reflexión sobre el trabajo que hasta el momento ha desarrollado la bancada caribeña para el desarrollo regional.

Aunque no se cuenta con una evaluación del desempeño de este grupo en los últimos años, es evidente la ausencia de articulación de esfuerzos entre los congresistas costeños, razón por la cual la disminución de la representación en el Senado, posiblemente, no se verá reflejada en asuntos relacionados con la inversión regional.

Aunque las cuentas de regionalización del Presupuesto General de la Nación ya están hechas en el Plan Nacional de Desarrollo 2006-2010. Aunque estas, en principio, no deberían variar por los últimos acontecimientos, definitivamente se requiere una instancia de representación capaz de hacerle seguimiento, de propiciar debates, recomendar ajustes, y de defender su cabal aplicación anual, entre otras.

Desafortunadamente, hasta el momento no ha habido un trabajo serio y sostenido, ni espacios permanentes, para que la bancada Caribe unifique criterios, defina gestiones y asuma compromisos frente a los macroproyectos regionales.

Hasta hoy nuestra bancada se ha unido esporádicamente en torno a elecciones de altos funcionarios, algún proyecto de ley, y una que otra inversión específica, pero nunca de manera permanente alrededor de una verdadera Agenda Caribe.

Como producto de esa disminución de senadores no pareciera existir, entonces, el serio riesgo de una gran disminución de la inversión del Nivel Central en la región, sino escasez de proyectos pequeños: palacios municipales, capacitaciones, etc.

En últimas, lo que se verá realmente afectado es una capacidad de lobby deficientemente utilizada.


QUE HACER?

Mas allá de las alternativas institucionales que tanto el Gobierno Nacional como el Congreso estudian actualmente, el proceso debe conducir a una evaluación regional que el Caribe no parece haber comenzado.

Paralelamente al proceso de evaluación nacional, cada región debe iniciar como sociedad un proceso de reflexión que estudie los fenómenos ocurridos, las circunstancias que permitieron su desarrollo y los efectos generados, para extraer las lecciones históricas que correspondan. Este proceso cobra especial importancia para nosotros, sobre todo si nos detenemos en el hecho de que los fenómenos ocurridos introdujeron al Caribe en el torbellino de la violencia política, del cual había sido tradicionalmente ajeno.

Si algo es posible anticipar es que la región requiere un replanteamiento de la actividad de su clase dirigente, la cual podría estar más sintonizada con las necesidades regionales en su agenda que en su discurso.

Parte de ese trabajo por hacer consiste en lograr que los centros de estudio que hemos creado en las últimas décadas tengan una mejor articulación con la representación política. Esta deberá contar con las herramientas necesarias para adelantar diálogos con el Gobierno Nacional, establecer prioridades, adquirir compromisos públicos que redunden en beneficio de la región.

La representación política de la costa Caribe está esta urgida de la calidad que los acuciosos estudios de economía regional que hoy reposan en elegantes anaqueles pueden darle. Para ello es imperativo esforzarse en un acercamiento que es definitivo para nuestro futuro.

Así como el sector político debe emprender un proceso de estudio y coordinación, el elector costeño debe también asumir sus derechos con responsabilidad. Es parte del fortalecimiento institucional que necesitamos.

Es urgente para el caribe colombiano contar con un liderazgo inteligente a la altura de sus necesidades.

No es esta la hora de los protagonismos, sino la hora de las urgencias.

Ese es nuestro compromiso.

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Gracias por escribirme. Saludo cordial.
Teresita