lunes, febrero 12, 2007

DIA DEL PERIODISTA

Abajo un escrito que me remitió un colega de Bucaramanga y que describe muy bien nuestra profesión.

Feliz día del Periodista a todos mis colegas. En especial a Jairo que captó en esas líneas la realidad de nuestro oficio.

"YO QUIERO SER PERIODISTA"

Bien temprano de una mañana, un joven ingresó a la sala de redacción del más influyente rotativo de una gran ciudad. Iba dispuesto a manifestar un deseo que traía atorado en su corazón: Ser periodista. Luego de preguntar por la oficina del jefe de redacción, se encaminó hacia allí.

-Buenos dias, señor. Soy Camilo Esteban. Quiero ser periodista; y deseo que usted me diga lo que debo hacer para conseguirlo- dijo, sin titubeos.
-Siéntese, joven. Así que quiere ser periodista...¿Por qué?
-Porque siento dentro de mí un llamado, creo que se está despertando mi vocación por ese oficio de escribir noticias- respondió con seguridad.

El redactor en jefe lo observó detenidamente. El muchacho despertaba su atención. Al menos había tenido el coraje de atreverse a acudir a su oficina y decirle lo que sentía.

-No basta ser periodista; es preciso ser buen periodista. ¿Qué le hace creer que usted puede ser un buen periodista?- le preguntó al aspirante.
-En primer lugar, lo que ya le dije: siento vocación, me gustan las noticias; y en segundo término, tengo talento para escribir. ¿Sabe? Lo hago bien...
-¿Y eso, según su criterio, es suficiente para ser buen periodista?- interrogó de nuevo el jefe.
-Bueno, no sé. Quizás haga falta mucho más. Usted debe de saberlo. Por eso estoy aquí; para que usted me oriente...

El jefe de redacción se levantó de su silla. Caminó despaciosamente alrededor del escritorio y se puso a un lado del joven. Mirándolo a los ojos, volvió a preguntar:

-¿Qué está usted dispuesto a hacer para ser un buen periodista?
-¡Lo que sea! Sí, con tal de que usted me dé la oportunidad, yo hasta hago el aseo en esta oficina.
-No, no, no, amigo. Empieza usted equivocándose. Para ser periodista no es necesario el servilismo. Le diré lo que se requiere para descollar en esta difícil profesión que, por cierto, muchos periodistas infaman y mancillan. Por encima de cualquiera otra consideración, se debe amar la actividad que se ejerce. Ponga atención: No basta con que usted sepa escribir; muchos, en otras profesiones también lo hacen. Sin embargo, seguramente no servirían para trabajar en este mundo del periodismo. De igual manera, hay periodistas que llevan muchos años en el oficio y no han aprendido a escribir.

Tampoco es suficiente que a usted le llame la atención el mundo de las noticias, y que quiera aprender a contarlas. El periodismo es un apostolado; y no todos los que ingresan a él, aciertan ejerciéndolo. Ser periodista es asunto serio. Es ir más allá de un acontecimiento; es trabajar en pos de la verdad y aproximarse a ella pese a los distintos criterios que se le oponen. Quien ejerce el periodismo es, sin duda, un apóstol de la comunicación que debe sobreponerse a toda consideración subjetiva para hacer que brille siempre la verdad.

El muchacho había asumido una postura rigurosa. Con una mano se tenía el mentón y con la otra tomaba apuntes en una pequeña libreta que había extraído de su camisa.

El hombre prosiguió su prédica:

Para ser periodista es preciso tener consciencia de la enorme responsabilidad social que impone la profesión. No todas las personas tienen esa responsabilidad; no todas son, por tanto, responsables ante la sociedad al ejercer el periodismo. Muchas sociedades decaen y se desorientan por la irresponsabilidad con que ciertos periodistas dirigen sus informaciones y comentarios. Otras, progresan y viven, sin abatimientos y sobresaltos, porque hay periodistas íntegros que saben orientar, formar y educar; no se limitan a simplemente informar. Pero antes de seguir señalando lo que me parece esencial para ser buen periodista, permítame una pregunta, joven: ¿Para cumplir con esa misión apostólica ante la sociedad usted estaría dispuesto a renunciar a algunos de sus rituales cotidianos?

-No le entiendo. ¿Qué significa eso, señor?- preguntó el joven.
-Significa que en su trabajo no tendrá horarios; porque si es preciso adelantar largas jornadas de actividad, deberá hacerlo sin quejarse. Significa que si es necesario privarse de alguna comida, por cumplir con el deber de buscar la verdad oculta tras un acontecimiento, ha de hacerlo. Porque el periodista no tiene horarios para alimentarse, puesto que las noticias tampoco los tienen para suceder. Significa, además, que muchas veces tendrá que declinar las reuniones con su familia porque el deber de la información lo llama sin excusas; significa también que ha de dejar su fuero personal frente a sus amistades si, eventualmente, ellas se ven involucradas en alguna información que no debe ocultarse ante la opinión pública. Significa, amigo, que si un pariente suyo fuese señalado como mal ciudadano por autoridad competente, usted no podrá soslayar la información aunque ella le cause dolor...

El muchacho lo interrumpió para preguntar:
-Entonces, ¿para ser buen periodista debo dejarlo todo?
-Casi todo, menos su honestidad, su recto proceder, su imparcialidad y su integridad como ciudadano de bien. Son la piedra angular de este bello oficio.

-Y si me adapto a todo eso, ¿me pagarán buen sueldo?, preguntó el chico.
-¡Qué valiosa pregunta! Olvidé mencionarle, apreciado joven, que en estos tiempos los periodistas vivimos de milagros. Ya no devengamos sueldo. Nos pagan según el arbitrio de quien necesite de nuestros servicios. La crisis general nos ha convertido también en vendedores de publicidad; esa práctica de fuerza mayor para sobrevivir, es peligrosa: Compromete la independencia y neutralidad. Muchos caen en esas redes y sucumben ante el dinero, a cambio de guardar silencio o por asumir posturas personales contra quienes no les simpatizan. Me pregunto, joven, si después de escuchar todo esto aún está usted interesado en ser periodista.

El muchacho lo miró con desconsuelo. Sus ojos se apagaron; ya no tenía el entusiasmo de cuando llegó al periódico. Luego dijo:

-Pensándolo bien, señor, prefiero contemplar otras alternativas de trabajo. No imaginé que ser periodista fuese tan duro. No me siento apto para ello. Soy honesto: No podría entregarme totalmente como usted lo indica; ni someterme a las penurias económicas. Pienso que ellas envilecen no sólo el cuerpo sino el espíritu.

Diciendo eso, se levantó de la silla, se despidió y abandonó la oficina del Jefe de Redacción. Éste se quedó cavilando: "Es preferible que este periódico pierda la oportunidad de ganar a un periodista joven, a que la sociedad corra el riesgo de perder a un ciudadano probo que puede servirle en otro ministerio".

TEXTO DE:

JAIRO CALA OTERO
Periodista Independiente
Bucaramanga, 09 de febrero de 2007

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Gracias por escribirme. Saludo cordial.
Teresita