jueves, febrero 28, 2008

Hubo zambra en Senado


Un descomunal desorden precipitó el final de la reciente sesión del Senado de la República. Todo se suscitó por la no inclusión del Polo Democrático como citante al debate de control político, sobre Carimagua, que tendrá lugar el martes entrante.

Mediante solicitud de Moción de Orden, el senador Jorge Robledo reclamó airadamente la titularidad en la citación por considerar que el senador Ubeimar Delgado no ofrecía garantias para desarrollar un debate serio. Esto, por representar la bancada conservadora y porque se ha reconocido que esa colectividad está considerando al citado ministro de Agricultura, Andres Felipe Arias, elegible para aspirar a la Presidencia. «Ese debate lo debemos liderar los Partidos de oposición. Ya tendrán tiempo suficiente los partidos de Gobierno, por demás mayorías, para apoyar y defender al ministro»,afirmó enérgicamente Robledo.

Sin embargo, los reclamos fueron ignorados por la Presidenta Nancy Patricia Gutiérrez. Ella afirmó que más adelante, según el orden anotado, le daría la palabra a Robledo y continuó entregando la palabra a otros oradores. Ello despertó protestas de los senadores del Polo y, algunos liberales, quienes golpearon sus pupitres, de manera enérgica, e impidieron hablar a los senadores Alvaro Ashton y Hernán Andrade.

Fue leído el reglamento, por la secretaría, en donde se hizo evidente que la Moción de Orden no podía ser desconocida. La Presidenta no accedió a dar la palabra a Robledo en esas condiciones y los llamó al orden. Como las protestas arreciaron, e impidieron efectuar actividad alguna, Gutiérrez procedió a levantar la sesión de manera intempestiva. Omitió pedir al secretario efectuar el anuncio de proyectos de Ley. Por ello, se espera para el martes el desarrollo del anunciado debate de control político y la votación de proyectos para el miércoles.

viernes, febrero 15, 2008

La guerra del Polo


Columna de Opinión

POR ALEXÁNDER LOPEZ MAYA
Senador de la República
Ex-presidente comisión de Derechos Humanos

Durante las últimas semanas el país entero ha estado inmerso en una intensa discusión sobre el drama humanitario de las personas que se encuentran secuestradas en poder de las FARC. Se trata de una intensa discusión que obliga valorar no solo la tragedia de las víctimas de esta guerra que ha incendiado nuestro territorio a lo largo de su historia sino además los cimientos mismos de la construcción del Estado y la sociedad en que vivimos.

Con todo y lo fundamental que resulta este debate, debo señalar que en el POLO DEMOCRATICO, estamos viviendo otra guerra, además de esta. La guerra del día a día en Colombia, la guerra cotidiana de la vida en los barrios y en las calles de las grandes ciudades, la que se da en las zonas rurales, en las veredas y corregimientos, en donde están asentadas las comunidades que luchan desesperadamente por sobrevivir en las condiciones mas difíciles. O acaso no resulta dramático el informe del Procurador General de la Nación conocido hace algunos días que señala la muerte por hambre de 57 niños en Colombia cada día, los cuales sumados representan más de 20.000 niños que se mueren en medio de una colosal hambruna, cada año en Colombia.

A su vez, se calcula que en Colombia el 30 % de los menores de 4 años se encuentran en grave riesgo de caer en desnutrición crónica y el 14% ya lo están. Debate que fuera alertado el año pasado con el caso de los niños muertos en el departamento del Chocó y que al parecer pasó sin pena ni gloria por el alto gobierno colombiano. A la par de los 2 millones de niños que se encuentran por fuera de las escuelas y otros 2 millones que se encuentran trabajando en las peores condiciones. O que decir de las más de 375.000 familias que en Colombia han perdido ó están perdiendo sus casas a manos de la usura sin límites del voraz sector financiero y que se han visto obligadas literalmente a atrincherarse en sus casas para resistir los inhumanos desalojos ordenados diariamente por procedimientos judiciales sinuosos que destrozan hogares sin consideración alguna. O los más de 3 millones de pacientes del Instituto de los Seguros Sociales, la mayoría de los cuales son de alto costo y de grupos de edad avanzada, que han quedado a la deriva por la privatización ordenada de la entidad por parte del actual Gobierno.

De igual manera, en Colombia hay 10 millones de personas que carecen del servicio de acueducto y 16 millones no tienen alcantarillado. O los más de 12 millones de colombianos que sobreviven diariamente con menos de 2000 calorías diarias atrapados bajo el umbral de la miseria absoluta. Amen de los 5 millones de colombianos que se encuentran en el extranjero porque no encontraron trabajo ni sustento en su propio país. O los cuatro millones de desplazados internos que deambulan por nuestro territorio a la par de los 500.000 refugiados colombianos en las fronteras y los 30.000 muertos anuales por violencia no asociada al conflicto armado …

Es decir, esa es la PRINCIPAL guerra del POLO DEMOCRATICO, el combate sin tregua por superar las más profundas injusticias generadas por el modelo económico y social que socava las bases de la vida diaria en Colombia y que cada vez más, somete a la población al deterioro asfixiante y dramático de su calidad de vida y de sus esperanzas de construir su futuro. ¿Y para estos millones de ciudadanos, cuando habrá un alivio en su situación? ¿Cuando diremos no más hambre, desolación y atraso? ¿Acaso estaremos condenados a solo rechazar la guerra del Gobierno y los grupos armados y no la que vivimos todos los días…?